Caso Francisco Leopoldo Zea López (16 de mayo 2018)

Fuente: En Vero Español
Entrevistadores: David Bertet, Ana Pulido 
El 16 de mayo de 2018

 

 
Primera parte de la entrevista de David Bertet y Ana Pulido con Francisco Leopoldo Zea López realizada el 24 de febrero de 2018

 

David Bertet: Buenas tardes, Francisco. Gracias por haber aceptado entrevistarte con nosotros. Para que nuestros lectores tengan una idea más clara de tu caso, ¿nos puedes decir por favor de qué te acusan las autoridades mexicanas y cuales son exactamente los delitos que te acusan de haber cometido?

Francisco Zea López: Primero nuevamente quiero agradecer a los integrantes de En Vero por seguir intentando obtener mi libertad y que a pesar de que no me conocen confían en mí y no han dejado de hacer lo necesario para ayudarme y no solo a mí, sino también a los muchísimos presos o culpables fabricados que hay. Créanme que ustedes son como ángeles para nosotros y en especial para mí porque me dan una esperanza de libertad y de que aún existen personas que ayudan a otras de manera desinteresada y eso para mí tiene muchísimo valor. Nuevamente les agradezco de todo corazón y espero que muy pronto pueda decirles esto mismo en persona y en un lugar más agradable que no sea en prisión, pero mientras seguiré luchando incansablemente cómo y con ustedes para obtener mi libertad.

En cuanto me detuvieron me acusaban de que supuestamente yo pertenecía al cartel de los Beltrán Leyva y que yo con la ayuda de 5 personas queríamos asesinar al comisario de la Policía Federal y que también yo vendía narcóticos en la discoteca La Casona, ubicada en Altavista entre Av. Insurgentes y Av. Revolución, en San Ángel, CDMX donde yo trabajaba, esa fue la justificación que dieron para detenerme de manera arbitraria y ya estando en prisión, me acusaban falsamente de que yo pertenecía a una organización que se dedicaba a secuestrar y haber participado con ellos en la comisión de varios delitos y secuestros.

Ahora, los delitos por los cuales me acusan son los siguientes:

  • Portación de arma de fuego de uso exclusivo del ejercito
  • 8 secuestros (4 por proceso)
  • Delincuencia organizada con fines de cometer secuestro.

DB: Hablando con la verdad, Francisco: ¿tuviste alguna participación en la comisión de estos delitos? O, ¿tuviste algún conocimiento de que estos delitos se iban a cometer?

FZL: No, David. No tuve absolutamente ninguna participación en estos delitos. Tampoco pertenezco a ninguna organización delincuencial, como yo lo he demostrado desde el principio o comienzo de mi detención, con todas las pruebas que he metido ha quedado claro que no tuve ninguna participación en esos hechos que se me imputan y no existe ninguna prueba contundente con base a la cual se puede comprobar que yo hubiera participado en algún delito de ese tipo. Pero desafortunadamente, los jueces no lo quieren ver y de alguna manera los entiendo, más no lo justifico ya que son ellos los que tienen que impartir la justicia y si ellos no lo hacen, pues quien más lo puede hacer, por desgracia la sociedad, y no los culpo, yo mismo era así, les presentan culpables—sin siquiera decir que son “presuntos” responsables—ante diferentes medios. Somos increíblemente rápidos para juzgarlos e incluso condenarlos, cuando después de tantos años se ha demostrado que en México se fabrican culpables, o quizá por la insistencia de la sociedad (justificada) de que detengan a las personas que lastiman a la sociedad cometiendo delitos y más los de alto impacto y ante la carencia por parte de las instituciones de una debida investigación y adecuada impartición de justicia, se detiene al que ellos creen o al que alguien les dijo (llamada anónima) y ya tienen como justificar ante la sociedad su trabajo.

DB: Ahora, cuéntanos por favor el momento de tu detención. ¿Cómo sucedió? ¿Quiénes fueron las personas que te detuvieron? En el momento de tu detención, ¿te consideraste como detenido o secuestrado?

FZL: Mira, David. Mi detención fue cuando yo iba saliendo de mi trabajo en una discoteca como capitán de meseros, yo laboraba por las mañanas como supervisor o coordinador de los comedores industriales de la Secretaria del Trabajo y Previsión Social. Eso quiere decir que yo supervisaba la correcta elaboración de los alimentos, el momento en que se distribuyeron al momento del desayuno y la comida, la limpieza de la cocina y comedor. Elaboraba bitácoras donde calificaba los servicios y recibía el dinero y entregaba los vales a los empleados para pagar sus alimentos. Por las noches, yo trabajaba como capitán de meseros en una discoteca y fue saliendo de esta misma cuando yo me dirigía a casa por mi esposa para ir a su baby shower a casa de su tía cuando en Avenida Revolución aproximadamente a las 7:00 a.m. veo por el espejo retrovisor que viene un VW BORA color negro a alta velocidad y yo me cambio de carril, el BORA me pasa y se cambia de carril; y se pone enfrente de mi vehículo y empieza a frenar, veo nuevamente que viene otro BORA negro y se sitúa al costado derecho de mi vehículo y me empieza a encajonar. Siento entonces un golpe pequeño en mi vehículo y veo por el retrovisor que atrás de mi vehículo venia un RENAULT CLIO color negro pegado en la parte trasera y me fueron obligando a frenar, luego por mi lado izquierdo aparecieron dos personas encapuchadas montadas en una motocicleta y la que venía atrás me apuntaba con un arma larga y me gritaba con groserías que detuviera el vehículo o me mataría. Me gritaba “Párate culero, frena hijo de tu puta madre o te mato. Los vehículos que mencioné antes me tenían encajonado y al frenar, ellos me obligaban a frenar. Cuando mi vehículo estuvo detenido se bajaron muchas personas de sus vehículos, lo que recuerdo es que todos iban vestidos de civil, traían armas largas y otros pistolas, casi todos iban encapuchados y me apuntaban, me gritaban que pusiera las manos en el volante o me dispararían, yo puse las manos en el volante; luego me dijeron que abriera la puerta, y como yo empecé con mi celular a marcar a mi familia para avisarles, me gritaron que dejara lo que traía en la mano y cortaron cartucho, entonces yo deje el teléfono y abrí la puerta, ellos la abrieron más, me agarraron del cabello y me jalaban hacia afuera de mi vehículo. Me acuerdo que me decían “Ahora sí culero, ya te cargó la chingada”, abrieron la puerta trasera del lado izquierdo detrás de dónde va el piloto y me aventaron. Yo caí semi acostado en el asiento trasero, ahí se subió una persona de mi lado izquierdo donde tenía las piernas y dos personas adelante. Él que venía atrás me golpeó un poco en el costado izquierdo del cuerpo y yo les empecé a decir que por qué me hacían esto, que por que me secuestraban si no tenía dinero y ellos no contestaban a mis preguntas, solo me decían “Cállate culero” y yo seguía hasta que él que venía manejando dijo “Ya puto, esto no es un secuestro, somos policías federales” y me enseñó su placa que sacó de una cadena debajo de su playera y lo mismo hicieron los demás. En ese momento yo me tranquilice y les dije “¿Entonces por qué me detienen?” y me contestó el mismo que venía al volante  “No sé, lo que sé es que mis jefes quieren hacerte preguntas y ya cállate o te partimos tu madre“. Entonces me calle. Aparcamos unos minutos sin saber cuántos se detuvieron y todos se bajaron, me quedé solo como un minuto y me levanté. En ese momento se abrió la puerta de mi lado izquierdo y se subió una persona; luego se abrieron las dos puertas delanteras y se subieron otras dos personas, una de cada lado.  Enseguida él que tenia del lado izquierdo me empezó a golpear y a decir “Dime culero, ¿cuál es tu relación con los Beltrán Leyva?” Yo le contesté “No sé de qué habla”. Me pegaba en las costillas, en los brazos, en el pecho del lado izquierdo; también me golpeaba la cabeza del lado izquierdo y el oído, y me decía “Dime hijo de tu pinche madre, o te vamos a matar“, y yo le decía “Le juro que no sé de qué me habla“. A su vez, los que venían adelante me empezaron a golpear en la cabeza, en el tórax y los oídos, y me preguntaban lo mismo de manera insistente, que cuál era mi relación con el cartel de los Beltrán Leyva?” Y como yo insistía en que no sabía, me dejaron de golpear, me quitaron mi reloj y mi esclava y me dijeron “Mira culero, ya valiste madre. O nos dices, o te matamos“. Me apuntaban con su pistola y yo seguía con lo mismo. Él que venía a mi izquierda me dijo “Mira, sabemos que tu esposa está embarazada y ahorita tengo a gente fuera de tu casa. O me dices lo que quiero o entran por ella, la violan y la van a matar y de pasada al pinche mocoso que trae”. Escuchando esto, te lo digo, David, empecé a llorar. Les rogaba “La verdad, no sé de qué carajos hablan, pero no le hagan nada a ella, dime que quieres y lo doy o hago lo que quieres”  y me dijo “Así que insistes, pues ya te chingaste”. Entonces agarró su radio y dijo “Entren por esa culera”. Yo les decía que no, por favor, y lloraba y luego sonó mi nextel y decía “Amor”, solo escuché gritos y llantos de una mujer, y luego nada más. Poco después sonó el radio de la persona ésta y escuché que le dijeron “Está hecho”. Me puse a llorar todavía más y a la vez estaba enojadísimo, así que empecé a maldecirlos y me empezaron a golpear otra vez. Me dijeron “Mira culero, si sigues así ahora vamos por tus papas”.  Pues me quedé en shock, les decía que me mataran a mí o que me dijeran que querían y yo lo haría, pero que dejaran en paz a mi familia. Salieron todos del vehículo dejándome solo adentro, así me dejaron alrededor de 15 minutos. Cuando regresaron, los otros policías que me traían, arrancaron el vehículo y me llevaron a otro lugar que yo desconocía, ya que en todo el trayecto me llevaban agachado, hasta que llegamos a una calle en donde frenaron y me levantaron. Ahí pude ver que conocía la calle porque estábamos afuera de la casa de un amigo. En ese momento se volvieron a bajar del vehículo y se subieron dos personas, una conmigo atrás y otra adelante, me volvieron a golpear y me dijeron “Ahora sí cabrón, dinos dónde vive tu amigo”. Les dije que no sabía y me dijeron “Sabemos que conoces dónde vive así que dinos dónde vive, o te vamos a matar”. A lo que les contesté “No sé, y ya no me importa lo que pase porque mataron a mi esposa”. Estaba demasiado triste, cansado, desesperado. Tomaron mi celular y nextel que ellos ya traían porque me los habían quitado anteriormente junto con mi reloj y mi esclava, entonces agarraron mi celular, buscaron su número y me dijeron “Márcale”. Él me contestó, le pregunté cómo estaba y que estaba haciendo. Me contestó que bien, que estaba acostado ya que al ratito se iría a desayunar con su familia porque era su cumpleaños y le dije bueno pues, felicidades y luego te veo, todo esto pasó; mientras, los policías me apuntaban con sus pistolas y me susurraban que si decía algo malo, me iban a matar. Luego, salieron del auto, platicaron unos minutos afuera, y entró uno de ellos conmigo atrás. Primero me golpeó y me amenazó para que le dijera donde vivía mi amigo y como le dije que no sabía, me dijo “Vamos por tus papas, cabrón” Le volví a contestar lo mismo que anteriormente, que ya no me importa nada. Cinco minutos después, sonó el nextel que el policía traía en la mano y me percaté de que era mi esposa. “Es para que veas que no pasó nada. Pero si dices una estupidez, te mato y te juro que vamos por tus papas”. Le contesto a mi esposa, en ese momento fue como si volviera a la vida, le pregunté a mi esposa como estaba y me contestó “Bien amor, ¿por qué?” En ese momento, me di cuenta de que todo había sido una farsa, que no la tenían. Le inventé que había tenido un problema en la discoteca y que me tardaría más en llegar, que se adelantará a casa de sus tíos. Colgué y me volvió a decir el policía “Ahora sí, dime dónde vive tu amigo”, y le dije “No sé, de verdad, no sé”. Me golpeó y se salió del auto; volvieron los demás, se subieron al vehículo, me agacharon y nos fuimos rápido. En un momento dado del camino, se volvieron a detener y me pararon, me di cuenta que estábamos en Periférico. Me bajaron del auto y me subieron a una SUBURBAN color arena que estaba ahí parada, me subieron en la parte de atrás de la SUBURBAN dónde estaba una persona de edad aproximada 50 años, con pants gris con rosa y dos personas más en la parte de adelante, uno al volante y otro de copiloto. En cuanto entró él que venía atrás, me empezaron a golpear en las costillas, en los brazos, en las piernas y me pegaban con la mano abierta en la cabeza y más en mi oído derecho, me decían “Ahora sí, puto te vamos a matar, y aquí vas aflojar a huevo”. Me golpeó los testículos dos veces. No recuerdo a dónde nos dirigimos, pero sé que avanzamos poco tiempo, pues yo iba recostado en el asiento por el dolor de testículos y para que ya no me pegaran, pero sentí que fueron pocos minutos avanzando cuando la camioneta se detuvo. Al detenerse, me pararon y las dos personas que venían adelante me empezaron a golpear, mientras él de atrás me detenía y me decían “Ya te llevó la chingada. Ahora si te vas a morir, y después vamos a ir por tu familia”. Me preguntaban “¿Qué haces para los Beltrán Leyva?”. Más les decía “No sé de qué hablan”, más me golpeaban. Luego uno de los que venía adelante sacó su pistola, la cargó, me la puso en la boca y me dijo “Te prometo que te vas a morir si no me cuentas lo que quiero oír”. Con la pistola en la boca, yo no podía hablar así que asentí con la cabeza. Entonces me quitó la pistola y me dijo “A ver, dime” y yo le dije “Dígame que quiere saber y yo le digo”. Me dijo “No mames, dime la verdad” y le dije “Pues, esa es la verdad”. Otro de los que estaban ahí dijo “Caliéntenlo en lo que regreso, ahorita seguro habla”. Un tercero dijo “Yo creo está diciendo la verdad”, a lo cual el otro contestó “Ahorita lo vamos a averiguar”. Salió del vehículo, mientras se fue, los otros comenzaron a golpearme. Cuando regresó, traía un rollo de plástico, y me dijo “Ahora sí, vas a cantar cabrón”. Ese rollo era de bolsas, cortó una bolsa y mientras los otros dos me agarraban, me la puso en la cabeza, cubriéndomela completa, la agarró por mi nuca de manera que me presionaba la cara y casi no podía respirar, respiraba muy poquito y en ese momento uno de ellos se puso frente a mí y me empezó a golpear el estómago, y la bolsa se me metió a la boca. Cuando quise jalar aire me empecé a ahogar, no podía respirar y en mi desesperación me solté y rompí la bolsa y tome aire, ellos se molestaron y dijeron “Este culero se soltó, pero ahora sí te la vas a pelar”. Llamaron a otro policía y me agarraron, uno de cada brazo, otro me puso otra bolsa y me agarraron con esposas a las agarraderas del techo del vehículo; la mano derecha la tenía esposada a la agarradera derecha y la izquierda la tenía esposada a la agarradera izquierda, así que tenía inmovilizados los brazos y me pusieron otra bolsa y comencé a respirar despacito para que no se me metiera la bolsa en la boca, amarraron la bolsa en la nuca y me dijeron “¿Qué puto?, ¿Ahora sí, nos vas a decir lo que queremos?” y como no les dije nada ni hice movimiento alguno, uno de ellos se puso frente a mí, entre los dos asientos delanteros y me pateó con la planta de los pies en el estómago y me sacó todo el aire;  la bolsa se me metió a la boca y me empecé ahogar. Me ardían el pecho y la cabeza y empecé a temblar. De la desesperación mordí la bolsa y la agujeré y me empezó a entrar aire. Los policías me quitaron esa bolsa y me pegaron otra vez, me dijeron “Es tu última oportunidad, dinos o ahora sí, te mueres cabrón” y les dije “De verdad, no sé nada”. Escuché que me dijeron “Ya te chingaste”, y me pusieron dos bolsas juntas y lo mismo, me golpearon para sacarme el aire y me tapaba la boca la bolsa y no podía respirar, me empezaron a zumbar los oídos, sentí que se me quemaba el pecho, que me explotaba la cabeza; sentí que los ojos se me salían y me iban a explotar y lo único que alcance a escuchar fue “Ya quítasela, que se nos va” y no escuché más. No sé cuánto tiempo pasó. Lo que recuerdo es que desperté por un fuerte dolor, que ya estaba en otro carro que era el mío y que había otra persona ahí, supongo que era un policía. Estaba como en un estacionamiento pero abierto, o sea, al aire libre y de repente volví a sentir una descarga eléctrica y grite. Me dijo “Que bueno que ya despertaste, culero”. El hombre traía en la mano como un aparato de color negro con dos puntas de metal que salía electricidad de ellas y me preguntó “¿No te has acordado de nada?”. Respondí “No sé nada, de verdad”. Entonces, me puso el aparato en los testículos, sobre el pantalón, lo accionó y yo grité, me lo puso otra vez del lado izquierdo, a la altura de las costillas sobre la ropa, y volví a gritar del dolor y me sacudía. Me dijo “Bueno, ponte en cuclillas ahí”; me señaló el espacio entre el asiento de adelante y él de atrás, donde se ponen los pies, esto del lado del copiloto. “Agacha la cabeza y ahí te vas a quedar hasta que te diga, ¿entendido?”. Le dije “Sí” y se salió del vehículo. Estaba muy cansado y creo que me dormí. No sé cuánto tiempo estuve ahí pero cuando desperté, ya estaba oscureciendo y lloviendo. Escuché que entraron unas personas al vehículo donde estaba yo, levanté la cabeza, me dolía muchísimo el cuello, la espalda y las rodillas, creo por el tiempo que llevaba en la misma posición, y me dijeron “Mira chavo, con nosotros no hay pedo pero si viene el jefe, te vuelves a agachar”. Luego oí que se acercaba otro vehículo y me dejaron sentarme en el asiento con la cabeza agachada. Vi de reojo que era la SUBURBAN de antes, y que bajaban a una persona. Esa persona gritaba, lloraba y les decía “No sé nada, no sé nada”. Después, escuché que cerraban las puertas de la camioneta y al poco tiempo las volvieron a abrir. Se abrió la puerta de mi vehículo, se bajó el policía que estaba a mi lado y se subió otro, me dijo “Mira puto, tu compa ya rajó. O me dices qué pedo o todo lo anterior vuelve a empezar”. Le insistí que no sabía que querían, que me dijeran que quería que dijera o les firmaba lo que sea, pero que me dejaran. El tipo me dijo “No mames, puto”. Me golpeó en la cabeza con las manos abiertas varias veces y en los brazos y en las costillas del lado izquierdo, se bajó del vehículo y volvió a subir otro policía. Ése me ordenó “Ponte ahí donde estabas y agacha la cabeza”. Me puse dónde anteriormente comenté, y ahí me quedé hasta muy entrada la noche. Sé que estaban en el vehículo otras personas y les dije “Por favor, ayúdenme, no aguanto el dolor de rodillas, espalda y cuello y me estoy orinando y tengo mucha sed”. Hablaron entre ellos y me dijeron “Te vamos a tirar paro porque se portaron bien con nosotros en el antro”. Me ayudaron a sentarme porque no tenía sensibilidad en las piernas, me senté y me dejaron que levantara la cabeza y la apoyara en el asiento, y eso hice; luego que estirara primero una pierna y luego la otra, así que las estiré por en medio de los dos asientos delanteros y descansé porque, de verdad, David, ya me quemaba el dolor y tenía las rodillas hinchadas. Uno de ellos tenía una botella de agua y me dijo “Ésta es mía. Si no te da asco, te doy”. Le dí un buen trago y le dije “Gracias, pero quiero orinar”. Me dijeron que fuera rápido porque si los veían, los regañarían; entre los tres, me bajaron del vehículo, apoyé un brazo en cada uno de ellos y el otro venía atrás. Logré ver que era como el estacionamiento de un edificio, me llevaron unos pocos pasos y, en el pasto, oriné. Me regresaron al vehículo, se pusieron uno en cada asiento y el otro y yo detrás, me dejaron ahí en silencio y luego me dijeron “La verdad, chavo, no sé qué pedo ni por qué te agarramos pero no traes pedo. Yo creo mañana te vas, solo aguanta un poco más”. Les dije “Gracias”. Me dijo el que venía atrás que si me quería recostar que lo hiciera, pero que si él me indicaba, me pusiera lo más rápido posible donde estaba antes por si venia su jefe. Y así, ya casi al amanecer, me despertó y me dijo “Apúrate, ponte ahí, que ya vienen” y así lo hice. Al rato abrieron la puerta del carro y me dijeron “¿Qué pedo, puto? Ya amaneció, siéntate en el asiento”, y eso hice. Abrieron la puerta de atrás donde yo estaba y uno me quitó mi cartera y se la llevó. A los minutos la regresó y me la dejó, diciéndome “Te quité el dinero porque no hemos desayunado”. Se rieron y el hombre cerró la puerta. Más tarde, escuché que les decían que se bajaran a los policías que estaban conmigo. También escuché que decían “Esto se lo pones al de allà, y esto a éste”. Incluso, escuché que uno le regaño al otro por que algo se le cayó y que le dijo “Bueno. Ponle lo que queda y esto”. Cerraron la cajuela y se metieron al vehículo. Él que venía manejando me dijo “Ni modo carnal, ya te chingaste” y me indicaron que bajara la cabeza. Avanzamos un rato hasta que se detuvieron, me bajaron del vehículo y vi que estaba en el estacionamiento de otro edificio, bajaron a la otra persona y con la mirada al piso entramos en el edificio. Cuando llegamos por las escaleras a un primer piso y vi a la otra persona que llevaban detenida, nos metieron a unas oficinas, esperamos un rato, llegaron más personas y luego fueron por mí. Me sacaron y me llevaron al baño, ahí entraron como 4 o 5 personas y dos policías federales encapuchadas. Uno de esos sujetos llevaba una cámara de video, entre los cuatro me tiraron al suelo y me empezaron a golpear, diciéndome que me iban a grabar un video y que me pondrían un letrero para que lo leyera lo más natural posible y que acabaría todo. Les contesté que sí. Entonces me pararon y me pusieron las hojas que decía que yo trabajaba para los Beltrán Leyva y que era sicario de ellos. Yo lo leía pero estaba realmente cansado, con mucha hambre y no veía bien sin lentes, así que lo leía muy lento. Bajaron la cámara y me dijo uno de ellos “Así no, culero. Más rápido y no voltees a ver las hojas, ve a la cámara”. Me golpearon una vez más en el cuerpo, me tiraron y me dieron patadas. Me volvieron a parar e hice lo mismo—hablando lento y viendo las hojas—de manera deliberada. Entonces, se enojaron, me volvieron a tirar y a golpear. Se salieron dejándome tirado y con un Federal encapuchado cuidándome. Cuando salieron me dijo el Federal “Que pedo chavo… Está bonita tu cadenita”. Le dije “Se la regalo” y me la quite, pero me dijo el Federal “No, no puedo”. Le insistí “Téngala, no hay problema”. Entonces, la agarró y me dijo “No te muevas o te chingo, ahorita vengo”. Regresó como 15 segundos después con dos AFIs, un hombre y una mujer que me levantaron y me preguntaron que a qué hora había llegado ahí. Después, cuando los Federales se dieron cuenta, discutieron y los AFIs dijeron que ahí era su jurisdicción, que yo estaba muy golpeado y que les echarían la culpa. Me llevaron a una oficina y me sentaron en una silla, el AFI hombre se fue a buscar al Ministerio Publico y regresó con una mujer y otros dos agentes. Los tres se quedaron resguardándome, mientras los Federales pasaban y me daban sapes o golpes pequeños en la cabeza y me decían que “me matarían en cuanto los afis se fueran”. La agente AFI discutió con ellos y ya no permitió que se me acercaran. Me dieron de comer como a las 11 de la noche y les dije que me dejaran hablar pues llevaba incomunicado desde mi detención que fue el día 29 de Agosto a las 6:50 a.m. y ya era 30 de Agosto entre 11 y 12 de la noche.

DB: Francisco, ¿consideras que fuiste detenido o secuestrado?

FZL: Los policías que me detuvieron eran Policías Federales del área de Inteligencia. Pero sí, considero que fui secuestrado por ellos, ya que nunca se identificaron conmigo. Venían de civiles, me empezaron a golpear y hasta que se los pedí, se identificaron. Lo más importante es que no tenían ninguna razón justificada para detenerme, entonces yo por esto me sentí secuestrado.